domingo, 1 de noviembre de 2015

12 Sectas en los Inicios del Cristianismo

12 Sectas en los Inicios del Cristianismo


Como dice un viejo dicho, no hay nada nuevo bajo el sol; las mismas cosas que aparecen el día de hoy como novedosas, no son más que copias de sectas antiguas. Veamos las sectas de la antigüedad y comparemos con las de la actualidad, esto nos permitirá entender lo que creemos.

En esta entrada veremos 12 sectas que trajeron falsa doctrina en los inicios del cristianismo, no son todas pero si las que trajeron mayores problemas a la iglesia que recién empezaba.


1. Docetismo (70 – 170 DC)

Esta es una herejía gnóstico que aparece durante el primer siglo del cristianismo que Juan combatió en su primera epístola.

La herejía docética toma este nombre de la raíz griega dokéō, que significa “parecer o parecerle a uno”.

Según esta creencia, Jesús no era humano porque no tenía un cuerpo humano. Su humanidad era una ilusión porque Jesús era sólo divino.

Afirmaban que Cristo no había sufrido la crucifixión, ya que su cuerpo sólo era aparente y no real. Incluso el filósofo gnóstico Basílides para poder explicar el traslado de la cruz, afirmaba que fue Simón de Cirene y no Cristo quien la cargó.

El docetismo fue un error con muchas variaciones acerca de la naturaleza de Cristo. Generalmente, éste enseñaba que Jesús sólo parecía tener un cuerpo y que no era realmente encarnado.

Este error veía a la materia como intrínsecamente maligna, que Dios no podía estar asociado con la materia y de que Dios, siendo perfecto e infinito, no podía sufrir. Por lo tanto, Dios por ser la Palabra, no podía haber venido en carne de acuerdo a Juan 1:1, 14:“En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios…Y la Palabra se convirtió en carne y habitó entre nosotros…”

Esta negación de la verdadera encarnación significaba que Jesús en realidad no sufrió en la cruz y por lo tanto no se levantó de los muertos.

Es esta idea la que el apóstol Juan quiere desestimar cuando escribe: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (1 Juan 1:1).

Esta herejía tiene su raíz en la influencia platónica, que afirma que las ideas son las únicas realidades y que nuestro mundo es sólo un reflejo, una imagen; además, se nutría de la idea, hasta cierto punto generalizada en aquella época, de que la materia era corrupta, como enseñaban los griegos: "el cuerpo es la cárcel del espíritu".

La doctrina docética, enraizada también en el dualismo gnóstico, dividía los conceptos de cuerpo y espíritu, atribuyendo al cuerpo todo lo temporal, ilusorio y corrupto y al espíritu todo lo eterno, real y perfecto; por ese motivo es que sostenían que el cuerpo de Cristo fue tan sólo una ilusión y que, de igual modo, su crucifixión existió más que como una apariencia.

El Islam también conserva este punto de vista y sostiene que el cuerpo del profeta Isa (el nombre con que conocen a Jesucristo) sólo fue crucificado como una ilusión.

El principio básico del Docetismo fue refutado por el Apóstol Juan en 1 Juan 4:2-3: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.”

En 2 Juan 7 también refuta esta doctrina: “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo.”

Ignacio de Antioquia escribe a la iglesia de Esmirna que Jesucristo"es verdaderamente del linaje de David según la carne, pero Hijo de Dios por la voluntad y poder divinos, verdaderamente nacido de una virgen y bautizado por Juan para que se cumpliera en Él toda justicia, verdaderamente clavado en cruz en la carne por amor a nosotros bajo Poncio Pilato y Herodes el Tetrarca (del cual somos fruto, esto es, su más bienaventurada pasión); para que Él pueda alzar un estandarte para todas las edades por medio de su resurrección, para sus santos y sus fieles, tanto si son judíos como gentiles, en el cuerpo único de su Iglesia. Porque Él sufrió todas estas cosas por nosotros [para que pudiéramos ser salvos]; y sufrió verdaderamente, del mismo modo que resucitó verdaderamente; no como algunos que no son creyentes dicen que sufrió en apariencia, y que ellos mismos son mera apariencia. Y según sus opiniones así les sucederá, porque son sin cuerpo y como los demonios".

El Docetismo fue finalmente condenado en el Concilio de Calcedonia en 451.


2. Ebionismo (70 – 325 DC)

Esta es otra secta gnóstica que decía que Jesús fue un hombre que recibió el Espíritu de Dios cuando se fue bautizado por Juan en el rió Jordán. Entonces el Espíritu de Dios puso en él poder de lo alto para hacer la obra mesiánica. Jesús fue un hombre con un espíritu dotado.

Su nombre se deriva del término hebreo ebion, que significa "pobre".

Esta corriente del cristianismo primitivo es el nombre con el que eran conocidas algunas comunidades cristianas primitivas que se mantenían fieles a la Ley mosaica, cumpliendo preceptos judíos tales como la circuncisión, el sábado, las prohibiciones alimenticias, entre otras.

También tenían una cristología incorrecta afirmaban que Jesús era el Mesías ("Cristo"), pero rechazaban su preexistencia, que tuviera naturaleza divina y también rechazaban su nacimiento virginal.

Consideraban sagrados los libros del Tanaj (Antiguo Testamento) y un Evangelio escrito en Hebreo, que era considerado como el verdadero Evangelio de Mateo (porque no era exactamente igual al Evangelio según Mateo en Griego), al que llamaban "Evangelio según los Hebreos".

Rechazaban tajántemente los escritos del apóstol Pablo, porque lo consideraban un apóstata de la Ley.

En el año 140 DC., Justino Mártir describe una secta alejada de la iglesia que observa la Ley de Moisés, y que la sostienen como obligación universal.

En el 180 DC., Ireneo de Lyon fue el primero en usar el término"Ebionitas" para describir esta secta herética y judaizante, que calificaba como tercamente aferrados a la ley.

En esta secta vemos ideas de muchas sectas actuales, el hecho de que Jesús era un hombre y no Dios, pero por su bautismo con Juan fue dotado para su obra mesiánica me recuerda a los Pare de Sufrir, y a los Testigos de Jehová, su terco aferramiento a la ley me recuerda a los adventistas y otras sectas.


3. Monarquismo Dinámico (II siglo)

Esta falsa doctrina decía que Jesús en su naturaleza no era Dios; afirmaban que Dios existió en Jesús como existe en nosotros; es decir, Jesús era un ser inferior y subordinado a Dios; un ser humano que llegó a ser el Hijo de Dios a causa de la sabiduría divina o el Logos que habitaba en El.

El Monarquismo Dinámico o Dinamista, fue sucesor del ebionismo, que afirmaba que Jesús era el judío elegido como Mesías por Dios, y por los alogos o alogi, que habían rechazado tanto la doctrina sobre el LOGOS como la doctrina del Espíritu Santo, no dejando así aparentemente lugar alguno para una diferenciación en Dios, es decir eran antitrinitarios.

Según el monarquianismo dinámico, existía en el ser humano llamado Jesús una fuerza impersonal (dunamis) que provenía de Dios. Este poder no constituía una diferenciación personal entre Dios y el ser humano Jesús, sino que se trataba de la presencia impersonal del Único Dios.

Teodoto, el curtidor de Bizancio que se traslado a Roma y fue excomulgado allí por el 195 DC., hizo hincapié en la naturaleza y vida humana de Jesús, así como los relatos de los sinópticos.

Enseñó que Jesús fue dotado en su bautismo de un poder sobrenatural. Aceptaba el nacimiento milagroso y la resurrección de Jesús, pero rehusaba aplicarle el titulo de Dios.

Artemon de Roma reconocía el nacimiento sobrenatural, la superior virtud, la falta de pecado y la dignidad única de Jesús, pero llego a la conclusión de que era un ser humano y no Dios.

El monarquianismo dinámico llego a su mayor expresión con Pablo de Samosata, el obispo de Antioquia cuyas enseñanzas fueron condenadas por un sínodo en Antioquia en 269.

Sostenía la unipersonalidad de Dios y negaba la existencia de una hupostasis del logos o de la sabiduría de Dios. El logos, el Hijo y el Espíritu eran entendidos como atributos de Dios.

Al decir esto, Jesús no era Dios sino un mero hombre, en el cual el logos, una Dunamis (Fuerza) impersonal proyectada por Dios desde la eternidad, tomó morada en Jesús y creció en el transcurso de su desarrollo hasta que finalmente por su medio obtuvo cierto grado de divinidad. Sin embargo, la única unión existente entre Jesús y Dios era moral


4. Patripasianismo (III siglo)

Esta enseñanza decía que el Padre se encarnó, sufrió, y murió; es decir. El Padre se convirtió en su propio hijo.

Esta doctrina propuso un monoteísmo de Dios Padre en relación con el cual Jesús fue visto como un simple hombre que fue dotado con el Espíritu Santo.

Esta opinión fue refutada por Hipólito, que condenó la enseñanza como un intento innovador para racionalizar la Escritura de acuerdo a los sistemas de lógica Helénica (más probable que impartido por el filósofo y médico Galeno).

Era una forma más avanzada del monarquismo dinámico. Al despersonalizar al Logos simplemente como el raciocinio de Dios, los llevó a formular una doctrina de la igualdad del Logos y el Padre que niega completamente la subsistencia personal de la Palabra preencarnada; además enseñaban que el Espíritu Santo no es una persona, sino simplemente una manifestación de la gracia del Padre.

Creo que podríamos nombrar más de una secta que piensan así hoy.


5. Modalismo-Sabelianismo (III siglo)

Esta secta enseñaba que existen tres modos del Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Sólo existe un Dios y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son distintos porque son tres manifestaciones de un solo Dios.

El Modalismo es un término usado para describir una posición estrictamente monoteísta presente en los cristianos de los primeros siglos, donde Dios es definido como un Espíritu Único e Indivisible, que se manifiesta al hombre de diversos modos y que fue manifestado en carne como Jesucristo con el propósito de redimir al hombre.

Las ideas modalistas alcanzaron una difusión notable entre los cristianos de los siglos II y III, ya que Tertuliano, que era trinitario, escribió una de sus principales obras teológicas, Contra Praxeas, específicamente para refutar esta doctrina. Fue en este documento donde Tertuliano utilizó por vez primera el término Trinidad.

En la obra "Contra Práxeas", Tertuliano reconoció que el modalismo era la creencia dominante de su tiempo. En el capítulo III de esta obra (capítulo titulado "varios de los miedos y prejuicios populares") expuso que el modalismo constituía la creencia de la mayoría de creyentes de finales del siglo II y principios del siglo III.

El modalismo, también fue conocido como monarquianismo modalístico. La palabra monarca, enfatizaba que el Rey del universo es uno solo, y modalismo que Dios se ha manifestado al hombre de diversos modos. El monarquianismo modalístico identificaba a Jesucristo como Dios mismo (el Padre) manifestado en carne.

Esta doctrina está presente el día de hoy, pareciéndose a la doctrina trinitaria, pero diferenciándose en el hecho de que hablan de un solo Dios en sus tres modos, en lugar de un solo Dios pero en tres personas.


6. Arrianismo (III a IV siglo)

La enseñanza principal de este grupo era que Jesús era menor de Dios pero más alto que el hombre. Así que fue la primera creación de Dios. Jesús era semidivino.

El arrianismo es el conjunto de doctrinas cristianas desarrolladas por Arrio, sacerdote de Alejandría, probablemente de origen libio, así como por algunos de sus discípulos y simpatizantes.

Según la teología arriana, Cristo era la primera criatura creada por Dios, pero no era Dios en sí mismo. Una vez que la Iglesia definió el dogma de la divinidad del Hijo y, posteriormente, de la Trinidad, el arrianismo fue condenado como una herejía.

Este término también se utiliza en ocasiones de forma inexacta para aludir a aquellas doctrinas que expresen negación de la naturaleza divina de Jesús.

El conflicto que entrañaban las enseñanzas y predicaciones de Arrio radicaba en el modo en que configuraba las relaciones entre Dios y su Hijo, el Verbo hecho Hombre.

Según los arrianistas, el Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad, no gozaba de la misma esencia del Padre, sino que se trataba de una divinidad subordinada o de segundo orden, puesto que había sido engendrado como mortal, afirmación que se fundamentaba en antiguos escritos del cristianismo y en especial en algunos comentarios de Orígenes.

Para Arrio y sus seguidores, la esencia de Dios, fuente rectora del cosmos, creadora y no originada, existe por la eternidad; convertía al Verbo en una criatura que gozaba de la condición divina, en efecto, pero en cualquier caso en la medida en que el Verbo participaba de la gracia, y siempre subordinado al Padre y a su voluntad.

Las enseñanzas de Arrio fueron condenadas en el año 325 en el primer Concilio ecuménico de Nicea. Los 318 obispos reunidos allí redactaron un credo que establecía que el Hijo de Dios era “concebido, no hecho”, y consustancial (en griego, homoousios, de la misma sustancia) con el Padre; esto es, el Hijo formaba parte de la Trinidad, no de la creación. Previamente, ningún credo había sido aceptado con carácter universal por todas las iglesias. La condición del nuevo credo como dogma fue confirmada por prohibiciones en contra de la enseñanza de Arrio.

A pesar de su condena, la enseñanza de Arrio no se extinguió. En parte se debía a la interferencia de las políticas imperiales. El emperador Constantino I revocó la orden de exilio que pesaba sobre Arrio alrededor del 334. Poco después, dos personas influyentes salieron en defensa del arrianismo: el nuevo emperador, Constancio II, que se vio atraído por la doctrina arriana, y el obispo y teólogo Eusebio de Nicomedia, posteriormente patriarca de Constantinopla, también se convirtió en líder arriano.

En el año 359 el arrianismo había prevalecido y se convirtió en la fe oficial del Imperio. Sin embargo, las luchas internas dividieron a los arrianos en dos partidos. Los arrianos moderados consistían sobre todo en obispos del este conservador, quienes básicamente se pusieron de acuerdo con el credo de Nicea pero dudaban acerca del término improvisado homoousios (consustancial) utilizado en el credo. Los neoarrianos defendían que el Hijo tenía una esencia diferente (en griego heteroousios), o que no se asemejaba, al Padre (en griego anomoios). Este grupo también incluía el Neumatómacos (combatientes en contra del Espíritu), quienes afirmaban que el Espíritu Santo es una criatura como el Hijo. Con la muerte de Constancio II en 361, y el reinado de Valente, quien persiguió a los moderados, se había abierto una vía para que la ortodoxia de Nicea obtuviera la victoria final, reconocida por el emperador Teodosio en el año 379 y reafirmada en el Segundo Concilio Ecuménico (Constantinopla I) celebrado en 381.


7. Apolinarianismo (IV siglo)

Según este grupo, Jesús no tenía una mente humana. Su sitio fue reemplazado por el “Logos”. Jesús era divino pero tenía una naturaleza humana.

Esta herejía le debe su nombre a que fue enseñada por Apolinario el Joven, obispo de Laodicea en Siria alrededor del año 361.

Enseñaba que el Logos de Dios, el cual se convirtió en la naturaleza divina de Cristo tomó el lugar de Su alma humana racional; mientras que Su cuerpo fue una forma glorificada de la naturaleza humana.

En otras palabras, aún cuando Jesús era un hombre, Él no tenía una mente humana, sino que era exclusivamente divina.

Apolinario enseñó que las dos naturalezas de Cristo no podían existir dentro de una persona. Su solución era menoscabar la naturaleza humana de Cristo.

Esta herejía niega la verdadera y completa humanidad en la persona de Jesús, lo cual pone en peligro el valor de la expiación ya que en ésta, Jesús es declarado tanto Dios y hombre para poder llevar a cabo este acto.

Él necesitaba ser Dios para ofrecer un sacrificio puro y santo de valor suficiente; y necesitaba ser un hombre para poder morir por los hombres.

Jesús es totalmente Dios y hombre. Esto se conoce como la Unión Hipostática.

Juan 1:1, 14 es bien claro: “En el principio era el verbo, y el verbo estaba con Dios y el verbo era Dios…y y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…”; y Colosenses 2:9 lo confirma: “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad.”

Lo más ilógico de esta doctrina, es que cuando Apolinario negó que Cristo tenga un alma humana cambiando su lugar por el Logos divino; Jesús vino a ser humano sólo en dos partes.

El consideraba el alma humana como el asiento del pecado; entonces, como Cristo no tenía pecado, no podía haber poseído un alma humana.

Esta teoría fue condenada por el Concilio de Constantinopla en el 381 DC.


8. Nestorianismo (IV siglo)

Esta enseñanza es una prueba que queriendo hacer algo bueno hacemos algo peor; Nestorio, queriendo combatir las enseñanzas de Apolinario, enseñaba que Jesús era humano y divino y que estas esencias eran separadas. Jesús tenía dos naturalezas que consistían en 2 personas; es decir, tenía una personalidad doble.

El nestorianismo, también conocido como Difisismo, es una doctrina que considera a Cristo radicalmente separado en dos personas, una humana y una divina, completas ambas de modo tal que conforman dos entes independientes, dos personas unidas en Cristo, que es Dios y hombre al mismo tiempo, pero formado de dos personas distintas.

Nestorio sostenía principalmente que Cristo era un hombre en el que había ido a habitar Dios, escindiendo la persona divina de la persona humana.


9. Eutiquianismo (V siglo)

Esta enseñanza decía que la naturaleza humana y divina de Jesús creó una tercera naturaleza.

La doctrina errónea de Eutiques es similar al monofisismo. Sostiene que las naturalezas divina y humana de Jesucristo estaban de tal manera confundidas entre sí que se hacían indistinguibles.

Como resultado, Cristo no sería verdaderamente capaz de relacionarse ni identificarse plenamente con nosotros; ni tampoco sería verdadera y plenamente divino ni humano. Por tanto, sería incapaz de actuar como el perfecto mediador entre Dios y el hombre, o de realmente pagar el precio por nuestros pecados.


10. Monofisismo (V siglo)

Esta secta decía que Jesús era de una naturaleza divina y una naturaleza humana y estas dos se formaron en una naturaleza mixta.

El monofisismo (del griego monos, “uno”, y physis, “naturaleza”) es una doctrina teológica que sostiene que en Jesús sólo está presente la naturaleza divina, pero no la humana.

El dogma cristiano sostiene que en Cristo existen dos naturalezas, la divina y la humana sin separación y sin confusión; sin embargo, el monofisismo mantiene que en Cristo existen las dos naturalezas, sin separación pero confundidas, de forma que la naturaleza humana se pierde, absorbida, en la divina.


11. Monotheletismo (VII siglo)

Este grupo decía que Cristo tenía dos naturalezas, una humana y la otra divina, pero su voluntad era sola divina. De ese modo la humanidad de Cristo era deficiente porque la faltaba una voluntad humana.

En comparación con los otros, este fue un error de menor grado, pero al mismo tiempo serio. Alegaba que aunque Cristo poseía dos naturalezas, sin embargo, tenía una sola voluntad (mono, uno;thelema, voluntad).

La iglesia cristiana enseña que Cristo tiene dos voluntades, la humana y la divina.


12. Adopcionismo (VIII siglo)

Este grupo decía que cuando el Espíritu Santo cubrió Jesús durante su bautismo, él fue adoptado a la divinidad de Dios. Jesús era un hombre que llegó a ser Dios.

El adopcionismo es la doctrina según la cual Jesús era un ser humano, elevado a categoría divina por designio de Dios por su adopción, o bien al ser concebido, o en algún momento a lo largo de su vida, o tras su muerte.

Decían que Cristo era el Hijo de Dios en cuanto a su naturaleza divina, pero como hombre sólo fue aceptado por ser el primer Hijo nacido de Dios.

Esta doctrina iba en contra del encarnacionismo, según la cual Jesús desde siempre había sido Hijo de Dios (concretamente la Segunda Persona de Dios) y que es la que enseña la Biblia.


Conclusión

Como hemos visto, estas sectas atacaron principalmente a la persona de Jesucristo, de modo que hacían inefectiva la obra de salvación por nosotros.

También atacaron la doctrina de la trinidad diciendo que Dios era uno y que tanto Jesús como el Espíritu Santo eran manifestaciones de Dios o en el mejor de los casos semidioses.

Lo que si podemos ver claramente es que estas doctrinas han vuelto aparecer a lo largo de la historia y que muchas de las sectas actuales no traen pensamientos nuevos sino que han resucitado estas ideas tan antiguas.

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